Friday, January 11, 2013

Todo hacia atrás, y murmurando...

Es mi último día en Bernal Este, y decidí abrir un paquete chiquito de bizcochos de esos que me gustan, tomarme mi tiempo para comerlos, tomar jugo frío, recuperar la funda de mi teclado maestro y lavar la última tanda de ropa que tenía olvidada.

Esta mañana a punto de tomar mi último tren desde la estación, camina delante mío una señora grande, que en algún punto puso en duda si mis manos podían ensuciarse como si de un ladrón se tratase mi estadía en su casa alguna vez. Y escupiendo verdades y lava para todos lados, logré entender de que en esos días casi de invierno podría haberme defendido aún más, porque yo podía solo. Y pude solo. Lo logré.

Logré muchísimas cosas, entre ellas arrepentirme de deshacerme de Melissa y de Daiana. Aunque Melissa todos sabemos que tiene los días contados, porque tiene un Procesador G5 de Primera Generación, y eso la vuelve lenta. En algún momento llegará su reemplazo, bienllamado de "dos cabezas". Y nuevamente, bañada en un blanco muy especial.

Dejo atrás, con estas caras tan extrañas y un pelo cortado que no me gusta tanto, el lugar que allá por 2005 me había convencido de que vivir en Buenos Aires iban a ser las vacaciones de mi vida.

Dejo atrás 2 mesas enormes, antes llamadas "mis escritorios" porque no puedo llevarlas conmigo. Ojalá se prendan fuego.



En el camino también dejo una cama, un colchón ya gastado, una cajonera-taburete que tanto supe resguardar, pero que tampoco soy capáz de arrastrar al nuevo lugar.

Voy a empezar todo de nuevo. Desde cero. Sin familia, sin parientes, y una vez más, atado a cosas que le dan rienda suelta a mi creatividad.

No más presión. No más miedo en la panza al caminar por un mini-pueblo como Bernal Este para no cruzarse con personas, pedazos incompletos de familia o mucho peor, tus propios fantasmas.

Soy libre por primera vez de anunciar que tan solo somos Daiana, Melissa y yo. Y así vamos a estar bien los tres. Hay un mundo en silencio para compartir todas las noches de este verano porteño.

Ya se abrieron las puertas del hangar.

Cual EVANGELION forzando con sus manos una barrera que no podemos ver ni tocar, pero que ahí está, y necesita ser corrompida para liberarnos de los problemas.



Soy quien quiero ser. Y eso fué escrito para todos lo que me trataron de inútil, de tonto, de ladrón, de mal tipo, de desconsiderado y de pelotudo.

Mañana al mediodía, mientras una línea de Subterráneo paraliza su servicio horrendo y húmedo, voy a estar aferrado a mis cosas viajando por una autopista, por la que tampoco tengo pensado volver a viajar.



Mis piés ya están cansados. Ya viví en este lugar.

Leandro.

1 comment:

veronika martina f. said...
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*no interfieras mientras miro al sol*