No recordé los elementos más importantes que me habían rodeado y fuí felíz después de muchísimos años mientras compartía cada paso, cada pequeña cosita que me cruzaba por delante.
Subí una cuesta, bajé otra cuesta, admiré avispas, hormigas y árboles.
Iruya, prov. de Salta. (muy lejos, paz)
Amé las cortinas y la luz violeta de una habitación, me reí, lloré algunas veces, ví nenas jugando a "la playa" y subi tan alto como la oscuridad me dejó subir para sentir frío en mis piernas y volver a bajar para llenarme la panza de alegrías...
Disfruté.
Y tengo pensado volver a darme las manos con aquella artesana para viajar de nuevo.
Gracias por acompañarme.-*
Hay un gran secreto en silencio que ya no está más en silencio.
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*no interfieras mientras miro al sol*